La gestión activa es una estrategia de inversión que tiene como objetivo principal batir al mercado o su índice de referencia .
Su gestión y resultados dependen de la discrecionalidad de un gestor y su capacidad para predecir el mercado. El gestor decide en qué compañías, sectores, países o tipos de activos invierte.
La gestión pasiva tiene como objetivo replicar de forma exacta el comportamiento del mercado.
Su gestión se realiza a partir de la réplica de índices que representan determinadas economías, sectores o mercados a través de fondos indexados o ETFs. De esta forma, el gestor únicamente trackea el comportamiento del índice y lo replica.
Jack Bogle, creador de la prestigiosa gestora Vanguard, fue uno de los fundadores de lo que hoy se conoce como gestión pasiva.
Bogle, al igual que posteriores estudios y entidades han demostrado empíricamente, comprobó como la gestión tradicional o activa posee grandes deficiencias que provocan una pérdida de rentabilidad en la inversión a largo plazo:
Comisiones: Descuentan rentabilidad y en muchos casos son más elevadas que el performance obtenido.
Capacidad del gestor: La eficiencia de la inversión depende del juicio de un gestor y su capacidad para predecir el mercado.
Factor humano: Las emociones del gestor juegan un papel clave y pueden ser causa de errores en la inversión.
Entidades como SPIVA publican periódicamente estos informes, donde constatan las ineficiencias de la gestión activa en favor de la pasiva en el largo plazo. Morningstar también realiza estudios similares.
Todos estos estudios ratifican como en periodos largoplacistas el porcentaje de gestores que bate a su índice después de costes es mínimo, es decir, que no son capaces de batir al mercado y por tanto la gestión pasiva aporta una mayor rentabilidad.
Desde Finizens, apoyado por estos artículos, elaboramos el primer y único observatorio de gestión pasiva creado en España en el que constatamos como el porcentaje de gestores activos que es capaz de batir a su índice puede llegar a ser incluso menor del 2%.
Costes más bajos: Los fondos indexados tienen unas comisiones sustancialmente menores a los fondos de gestión activa.
Diversificación: La inversión en índices otorga exposición a todo el abanico de activos que lo componen. De esta forma, es posible invertir en toda una economía, sector o país sin tener que asumir riesgos específicos e individuales a cada activo.
Gestión disciplinada: La aplicación sistemática de un conjunto de algoritmos y procesos en búsqueda de la réplica del índice, sin dejarse afectar por el ruido de los mercados y evitando así las emociones subjetivas, ofrece mejores rentabilidades a lo largo del tiempo.
Transparencia y sencillez: Sin costes ocultos y basados en una estrategia consistente en el tiempo, el monitoreo de este tipo de productos es mucho más sencillo por su propia naturaleza y permite un seguimiento del mismo sin requerir un gran esfuerzo.